INCONTINENCIA FECAL
La Incontinencia fecal (IF) o anal supone la incapacidad para retener los gases y/o el material fecal. La frecuencia en la literatura oscila entre el 1-7,4% en la población general y en ancianos llega al 25%.
¿Qué tipos de incontinencia fecal existen?
Podemos distinguir tres tipos de incontinencia:
- Incontinencia pasiva: la pérdida de heces o gases se produce de forma inconsciente. Esto es debido a una pérdida de percepción de las heces en el recto o alteración de los reflejos rectoanales con o sin disfunción en los músculos anales (esfínteres).
- Urge-incontinencia: la pérdida de heces se produce a pesar de que el paciente quiere evitarla, obligándole a ir corriendo al servicio. Esta es debida de forma predominante a una rotura esfinteriana.
- Soiling o ensuciamiento: es una pérdida indeseada de heces, a menudo relacionada con los movimientos intestinales. Suele ser debida a una incompleta evacuación o a una alteración de la sensibilidad rectal. También esta condición es vista de forma transitoria, tras una cirugía anal o tras el parto.
¿Por qué se produce la incontinencia?
La continencia anal es una función compleja que depende de la interacción de múltiples mecanismos. Se pueden alterar uno o varios de los siguientes procesos:
- La musculatura anal (esfínteres)
- Los nervios pélvicos y sus vías ( pudendos, lesiones medulares)
- Consistencia y volumen de las heces (diarrea)
- Alteración del recto, su sensibilidad y elasticidad (proctitis, radioterapia, tumores)
La causa más frecuente en nuestro medio es la lesión tras el parto o cirugía anal o rectal. En ellas se producen tanto alteración de los esfínteres como de los nervios pudendos.
¿Qué estudios se precisan?
Entrevista personal
Es preciso que en la entrevista clínica el paciente se sienta cómodo y relajado. Que nos describa de forma detallada su problema. Se interrogará sobre la duración de los síntomas, la asociación a incontinencia urinaria. Si existen intervenciones quirúrgicas previas, radioterapia o partos traumáticos. También se detalla en la historia los hábitos dietéticos, la toma de medicación y los ritmos defecatorios. Para ello se entrega en la consulta un cuestionario a modo de diario defecatorio a cumplimentar durante 4 semanas.
En el examen físico valoraremos el ano y posibles cicatrices de intervenciones o lesiones previas. Se realiza tacto rectal en la consulta para valorar lesiones musculares, falta de tono o rectocele.
Con el fin de valorar de forma objetiva la severidad de los síntomas que padece el paciente se han diseñado escalas de valoración del grado de incontinencia.
Pruebas complementarias
Entre las pruebas complementarias, es necesaria la colonoscopia para descartar tumores o enfermedades inflamatorias asociadas.
La ecografía endoanal (EEA) permite obtener imágenes objetivas de los esfínteres. Resulta imprescindible en el estudio de estos pacientes. La manometría anal se emplea para medir las presiones musculares y la sensibilidad del recto, alteradas en los pacientes con incontinencia. Las pruebas neurofisiológicas: medición de la latencia motora terminal del nervio pudendo y la electromiografía se realizan de forma excepcional.
¿Cómo se trata la incontinencia fecal?
Existen tres tipos de tratamiento, en función de la gravedad de los síntomas y de la causa fundamental.
- Tratamiento conservador
- Tratamientos poco invasivos
- Tratamiento quirúrgico invasivo
Tratamiento conservador
Consiste en aumentar el consumo de fibra en la dieta, para aumentar el volumen de las heces. Favorecer rutinas horarias de defecación y evitar alimentos que desencadenes los escapes (lactosa). Los supositorios de glicerina a veces ayudan a vaciar el recto de forma completa, para evitar ensuciamientos posteriores.
En cuanto al uso de medicamentos:
- Los antidiarreicos (loperamida), mejoran los síntomas de incontinencia al enlentecer el tránsito gastrointestinal y aumentar el tono esfinteriano.
- Los antiflatulentos (dimeticona o lactasa) disminuyen los escapes de gases, al inhibir la formación de los mismos.
- Los antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina dosis bajas, disminuyen los episodios de incontinencia.
La irrigación del colon por vía anal se emplea en la incontinencia con buenos resultados en casi la mitad de los pacientes.
Rehabilitación de suelo pélvico y biofeedback. Su uso es muy común en la incontinencia, como parte del tratamiento multidisciplinar. Es siempre recomendable.
Tratamiento mínimamente invasivo
Inyecciones de aumentadores del canal anal (Gatekeeper, sphinkeeper). Consiste en inyectar una sustancia biocompatible a nivel del canal anal con el fin de permitir un cierre efectivo del mismo. Se emplea para defectos del esfínter anal interno.
Neuroestimulación percutánea del nervio tibial posterior . Se intenta modular el plexo sacro indirectamente. Es un tratamiento ambulatorio, en sesiones de 30 min, uno o dos días a la semana durante 3 meses.
Tratamientos invasivos
Neuroestimulación de raíces sacras. A través de una intervención quirúrgica, se coloca un “marcapasos” en el plexo sacro. Con ello se estimulan los nervios encargados de la contracción muscular y la sensibilidad rectal.
Esfinteroplastia. Es la reparación quirúrgica de la rotura de los esfínteres anales, debido frecuentemente a traumatismo obstétrico accidental o quirúrgico. Las tasas de curación oscilan entre 45-90%. Sin embargo los síntomas pueden reaparecer con el paso del tiempo.
Estomas. Son el último escalón terapéutico. A veces suponen una buena alternativa en pacientes ancianos o con fracaso de terapias anteriores.
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**Todas nuestras intervenciones quirúrgicas se llevan a cabo en el Hospital HM Montepríncipe, del grupo HM Hospitales